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Dentro del inabarcable mundo de los ciberdelitos, se pueden clasificar principalmente en estafas, coacciones y revelaciones de secretos, destacando por su frecuencia o volumen los siguientes:
Aquí, los ciberdelincuentes se hacen pasar por empresas, instituciones o servicios respetados para engañar y robar datos privados, credenciales de acceso o información bancaria.
Este tipo de ciberataque implica la interceptación de una conversación, generalmente a través de correo electrónico, o de una transferencia de datos existente, ya sea escuchando o haciéndose pasar por un participante. Suele ser utilizado para manipular datos contables y redirigir pagos a cuentas fraudulentas o de muleros con el fin de mover el dinero de manera rápida y clandestina.
Consiste en un programa malicioso que restringe el acceso a partes específicas o archivos del sistema operativo infectado y exige un rescate a cambio de levantar esta restricción.
Se trata de un tipo de fraude en el que los estafadores atraen gradualmente a las víctimas para que inviertan en una supuesta oportunidad lucrativa, antes de desaparecer con el dinero.
En este caso, los criminales cibernéticos manipulan emocionalmente a sus víctimas para obtener grandes sumas de dinero.
Se están volviendo cada vez más comunes las situaciones en las que uno de los integrantes de una pareja, e incluso ex parejas, accede sin autorización al dispositivo del otro. Por otro lado, también es preocupante el aumento de casos en los que un tercero intercepta y comparte vídeos y otros materiales de contenido sexual sin el consentimiento del propietario.
En un entorno competitivo o conflictivo (liquidación de una sociedad) algunos individuos recurren a la violación de la seguridad para apropiarse de archivos susceptibles de catalogarse como “secreto empresarial” ya sea a través de empleados, colaboradores o directamente por medio de ciberdelincuentes.
Se refiere a un acto ilícito y fraudulento en el que se utilizan información privada y datos personales de otra persona sin su consentimiento, con el propósito de obtener algún beneficio o cometer algún tipo de delito. A primera vista, enviar una captura del DNI puede parecer algo inofensivo, pero en manos de un ciberdelincuente puede tener consecuencias devastadoras.
Este término se ha vuelto cada vez más común. Si bien no constituye un problema de seguridad en sí mismo, es una práctica de alto riesgo, especialmente cuando involucra a menores de edad. El sexting implica el envío, a través del teléfono móvil u otro dispositivo con cámara, de fotografías o videos de índole sexual producidos por uno mismo. El peligro radica en que una vez que estos contenidos son enviados, pueden ser utilizados de manera perjudicial por terceros.
Se refiere al uso de la tecnología para intimidar, avergonzar o criticar a otros, incluyendo mensajes agresivos en redes sociales, comentarios negativos en línea y la difusión de información personal para causar daño. También puede involucrar un seguimiento continuo que busca la cercanía física y la vigilancia constante de la víctima. La discriminación basada en características como género, religión o raza es ilegal y puede resultar en sanciones graves para los acosadores por parte de las autoridades.
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